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Frutos secos y diabetes

Tanto el tratamiento como la prevención de la diabetes requieren tener en cuenta diversos parámetros de salud así como las posibles complicaciones derivadas de ésta, esto es, mantener un peso saludable evitando el aumento de grasa en la zona abdominal, prevenir la hipertensión arterial, cuidar la salud renal y mantener niveles adecuados de colesterol y triglicéridos en sangre. Por todo ello el abordaje dietético resulta complejo, pero no significa que sea difícil.

 

De hecho existe una herramienta común, tanto para el tratamiento de la diabetes tipo I, tipo II y gestacional, como para la prevención de las dos últimas: la dieta mediterránea. ¿El principal motivo?

La cantidad y la calidad de sus ingredientes, así como el estilo de vida asociado a esta alimentación.

 

Una de las principales características nutricionales más evidenciadas y apreciadas de la dieta mediterránea es el tipo de grasa que aporta, monoinsaturada y poliinsaturada, conocida popularmente como cardiosaludable. Ésta procede en mayor medida del aceite de oliva virgen y los frutos secos. De hecho, se ha demostrado que es mucho más eficaz una dieta rica en este tipo de grasa que las dietas bajas en grasa, tradicionalmente recomendadas en pacientes con problemas cardiovasculares. El motivo es una combinación de diferentes factores:

  • Los hidratos de carbono proceden de los cereales integrales, las legumbres, la fruta y las verduras, lo que se traduce en un menor índice glucémico.

  • Es más rica en grasa (35-40% del total de la energía de la dieta) y ésta es de tipo insaturado, involucrada en una mejor respuesta a la insulina.

  • Proporciona una cantidad elevada de fibra, que no solo contribuye a disminuir el índice glucémico y a mejorar los niveles deglucosa en sangre y de resistencia a la insulina, sino que es indispensable para mantener una flora intestinal saludable (existen bacterias involucradas en mejorar la glucemia).

  • Es rica en sustancias antioxidantes, con numerosos beneficios para la salud, contribuyendo a mejorar la salud cardiovascular y a prevenir enfermedades degenerativas.

 

De entre los alimentos más destacados en la dieta mediterránea, uno de los que mejor agrupa todas estas características nutricionales son los frutos secos: nueces, almendras, avellanas o piñones entre otros. De hecho los estudios recientes demuestran que el consumo regular de frutos secos contribuye a:
–    Disminuir los niveles de colesterol malo (LDL)
–    Mejorar la resistencia a la insulina

 

Y es que este grupo de alimentos, conocido por su alto contenido en grasa, e injustamente mal considerado por el mismo motivo, en realidad no debería faltar en nuestra dieta habitual ya que:

  • Son ricos en fibra.

  • La grasa que aporta es de tipo insaturado, con los beneficios que ello conlleva en la mejor respuesta a la insulina y la mejora de los niveles de colesterol en sangre.

  • Tanto el germen como la piel contienen antioxidantes, en concreto compuestos fenólicos, relacionados con una mejor respuesta a la insulina.

  • Aportan otros nutrientes como vitamina E y ácido fólico, y minerales como magnesio, calcio y hierro.

 

En conclusión la combinación de un bajo índice glucémico, fibra, grasas cardiosaludables y antioxidantes contribuye a disminuir la resistencia a la insulina, mejorando así el tratamiento de la diabetes y contribuyendo a su prevención. Por lo que  se recomienda el consumo de una ración diaria de frutos secos, siendo una ración equivalente a unos 20-25g, es decir un puñado con la mano cerrada.

 

 

 

 

 

 

Fuente: Bayer Diabetes Care

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